miércoles, 15 de junio de 2011



TOTALITARISMO ANTISINDICAL

Albino Vargas Barrantes
Secretario General
Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP)


Dice el inciso número 4 del artículo 23, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, promulgada por la Organización de las Naciones Unidas, el 10 de diciembre de 1948, lo siguiente: “Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses”.  Y también lo contemplan todas las declaraciones de Derechos Humanos derivadas de esta primera, firmadas todas por Costa Rica y ratificadas por nuestro parlamento.

Dice el artículo 60 de nuestra Constitución Política lo siguiente: “Tanto los patronos como los trabajadores podrán sindicalizarse libremente, con el fin exclusivo de obtener y conservar beneficios económicos, sociales o profesionales”.

Dijo Su Santidad, el Papa Juan Pablo II, en su célebre encíclica “Laborem Exercens”, lanzada en 1981: “20. Importancia de los sindicatos.  Sobre la base de todos estos derechos, junto con la necesidad de asegurarlos por parte de los mismos trabajadores, brota aún otro derecho, es decir, el derecho a asociarse; esto es, a formar asociaciones o uniones que tengan como finalidad la defensa de los intereses vitales de los hombres empleados en las diversas profesiones. Estas uniones llevan el nombre de sindicatos. Los intereses vitales de los hombres del trabajo son hasta un cierto punto comunes a todos; pero al mismo tiempo, todo tipo de trabajo, toda profesión posee un carácter específico que en estas organizaciones debería encontrar su propio reflejo particular”.

Podríamos seguir citando planteamientos jurídicos y jurisprudenciales nacionales; podríamos ampliar la normativa del Derecho Internacional al respecto; podríamos profundizar en los contenidos de la Doctrina Social de la Iglesia Católica sobre esta materia; podríamos hacer mención de postulados filosófico-políticos de distingo signo ideológico… Todo lleva a un único punto, duélale a quien la duela: la organización natural para la defensa de los intereses económicos y sociales de la clase trabajadora es el SINDICATO; así, con mayúscula y subrayado.

Únicamente considerando concepciones totalitarias, visiones despóticas de las relaciones sociales y  actitudes profundamente antidemocráticas, es que podemos entender la enfermiza patología sociopolítica de algunas esferas del poder real de nuestra sociedad, en contra de la existencia misma de los sindicatos.

Denunciamos que está en desarrollo un verdadero complot en contra la prevalencia de la organización natural de la clase trabajadora, el sindicato, a propósito del trámite de un trascendental proyecto de ley, conocido como la Reforma Procesal Laboral; el cual es sumamente necesario (para citar solamente un ejemplo), si queremos la aplicación de justicia laboral pronta y cumplida y evitar la larga espera de años en la resolución judicial de un caso de interés de una persona trabajadora.

Sectores totalitaristas perversamente antidemocráticos, utilizando su gran poder económico e incluso vestidos con sotana sacerdotal católica, conspiran para fortalecer la figura de los “comités permanentes”, elevándoles su rango jurídico actual y potenciándoles para que, de una vez por todas, sustituyan a los sindicatos como las organizaciones interlocutoras legítimas sobre los derechos laborales de cara a los empleadores y a los gobiernos.

Los “comités permanentes” y su instrumento operativo, el “arreglo directo”, son armas de profunda naturaleza empresarial diseñadas para difundir una falsa paz laboral y una supuesta armonía obrero-patronal, en escenarios productivos de gran sobreexplotación laboral, como lo son no pocas fincas bananeras y piñeras.

La conjura antidemocrática y la ofensiva complotista en contra de la existencia misma del Movimiento Sindical, es de tal calibre que existe la pretensión de permitir que los “comités permanentes” y los “arreglos directos” se instauren en el sector Público, pretendiéndose así la instauración de un totalitarismo antisindical absoluto. Y todo con la venia, complacencia, complicidad, apoyo e identificación –como es lógico suponer-, del propio Gobierno.

Las principales organizaciones sindicales actualmente vigentes, han realizado un extraordinario esfuerzo de tolerancia, de apertura y de flexibilidad a propósito de esta crítica situación en contra de los Derechos Humanos.

Pese a que las voces mas autorizadas y expertas de la propia Organización Internacional del Trabajo (OIT), han solicitado al país la eliminación de las figuras patronales de los “comités permanentes” y de los “arreglos directos”, por ser elementos perversos de totalitarismo antisindical; hay disposición sindical para que tales figuras permanezcan “intactas” a como están hoy en el Código de Trabajo, a fin de dar luego una posterior discusión, para permitir así que se apruebe la Reforma Procesal Laboral con sus importantes aspectos positivos.

Sin embargo, la conspiración antisindical ejercida por apóstatas de la Fe Católica y sus financiadores de cierto poderoso capital, siguen manipulando a trabajadores, sobre todo agrícolas, para que hablen de las “bondades” de los “comités permanentes”; escondiendo esos apóstatas y esos capitalistas desalmados y anticristianos sus propios rostros. ¡Qué cobardía! ¡Empecemos a hablar de acciones ya! Tanto en el plano nacional como en el internacional.

Página de opinión
Miércoles 15 de junio de 2011
Artículo semanal del
Secretario General de la
Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP)

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