Guatemala, 24 de Agosto del 2011
El CACIF se quitó la máscara y mostró su verdadero rostro. A pesar de que el CACIF clama, con fuerza,
Por el retorno de la represión.
No logran doblegar la lucha del Pueblo
Con oscuros objetivos que motivan la ofensiva que desarrollan los grandes empresarios. ¡Violentan la libertad sindical y la negociación colectiva, el derecho a vida digna y a un salario justo ¡
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ace un par de meses, concretamente el 23 y 25 de Febrero, los representantes de las principales cámaras empresariales del país, actuaron como un solo cuerpo bien orquestado. De manera formal, pidieron a la CC que ordenara la represión contra el pueblo, por cuanto alegan que sus acciones de lucha les causan pérdidas económicas considerables e impiden el ejercicio del derecho a la libre locomoción y además interpusieron ante el Ministerio Público un recurso formal en el que exigen la destitución del Ministro de Gobernación y del Jefe de la Policía, además de que se capture y lleve a juicio a nuestro compañero sindicalista Luis Lara secretario General del Sindicato Nacional de Trabajadores de Salud de Guatemala SNTSG y a otros dirigentes del Frente Nacional de Lucha. Allí estaban las tres cámaras, es decir, la de Comercio, la de Industrias y la del Agro, despotricando a diestra y siniestra porque el Estado no les obedeció cuando exigieron represión en contra del pueblo y de sus legítimas organizaciones.
Es primera vez que los achichincles de la poderosa oligarquía, la cual siempre ha ejercido el poder detrás del trono,
optan por salir del closet, dar la cara de manera directa, y poner así en evidencia ante moros y cristianos, de manera irrefutable, su voluntad represora cuando sienten que sus egoístas privilegios se pueden ver afectados.
Los grandes empresarios, (es decir, esa minoría poderosa que es la responsable directa del desastre en el que se encuentra el país), pidieron con toda energía que se repartiera palo a la población, si es que se atrevían a luchar en defensa de sus derechos y en defensa de la salud del pueblo. Los grandes finqueros (como los azucareros, por ejemplo), quienes en su inmensa mayoría esquilman a la población negándose a pagar el salario mínimo que establece la ley, rodeados, claro, de un manto de impunidad que se los permite, acudieron en ese momento ante la expresión superior del sistema judicial, para clamar lo que ellos llaman justicia. Ellos, sembradores cotidianos de injusticias, pretenden hacer uso del sistema que han creado, para impedir la justa y legítima movilización social por la vía del miedo. En honor a la verdad ellos, que se tornan ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres, carecen de la mínima autoridad moral para hablar siquiera de justicia, además fundamentaron su demanda en el argumento de que las autoridades gubernamentales no reprimieron a las decenas de miles de ciudadanos y ciudadanas que manifestaron el pasado 24 de Febrero, a lo largo y ancho del territorio nacional. Además, acusan al FNL de haberles ocasionado pérdidas que cuantifican en 14 millones de quetzales. Es decir, por fin muestran, sin tapujos, su verdadero rostro. Ellos, los únicos y grandes beneficiarios de la pobreza que pesa sobre millones, lloran lágrimas de cocodrilo, que nadie en todo el país se las cree.
Claman por el derecho a la libre locomoción y, sin escrúpulo alguno, piden garrote contra quienes, desde el seno del pueblo, claman por el derecho a la salud, por el derecho a la educación, por el derecho a la alimentación para sus familias, por el derecho a precios justos para la energía eléctrica, por el derecho a la tierra, por el derecho a vivir en un
ambiente saludable, por el derecho a contar con una vivienda decente, por el derecho a disfrutar de un salario justo y de un trabajo digno.
¿Cuáles de esos derechos deberían de pesar más? ¿El de locomoción por unas cuantas horas o el derecho a una vida digna? ¿el derecho a la vida a través de un sistema de salud eficiente y suficiente?
Es seguro que a los señores del CACIF nunca nadie les ha impuesto pasar hambres. Que sus hijos e hijas no forman parte de esa estadística de 49.3% de desnutrición crónica entre la infancia. Que jamás han tenido que dejar de comprar comida para poder pagar la luz. Que, si se enferman, no tienen que ir a hacer largas colas a un hospital desabastecido, de donde saldrán sólo con recetas bajo el brazo. Que sus hijos e hijas no estudian sentados en un block de construcción. Que nunca en sus vidas se han visto obligados a tener dos o tres trabajos para poder poner un poco de comida en las mesas de sus familias.
Por eso, para los señores del CACIF el derecho a la libre locomoción es muy importante. No pueden entender (porque no lo han vivido), que para el pueblo son otros los derechos prioritarios. Porque viven insertos en un mundo distinto al del resto del pueblo, que los conduce a entender la realidad de manera diferente a como la padece el pueblo. Por ejemplo, para ellos que suba el precio del azúcar es una bendición; para el pueblo, una desgracia.
De cualquier manera, por fin dieron la cara y pusieron en evidencia quiénes son y hasta donde son capaces de llegar con tal de impedir que en Guatemala las cosas cambien para beneficio de las mayorías. Se retrataron a sí mismos como sátrapas que son, como señores feudales incapaces de ceder ni en el menor de sus mal habidos privilegios.
Lanzaron una intensa campaña desmovilizadora que emprendieron a través de todos los medios que controlan para su exclusivo beneficio no les surtió efecto alguno. Pretendieron, a marchas forzadas, sembrar miedo entre la población. Amenazarla con represión si salían a las calles a expresarse y a manifestar su descontento. Intimidarla con el anuncio de que liberarían, contra el pueblo, a sus perros de la guerra.
Pero no se salieron con la suya, porque el pueblo estuvo presente alli, en las calles, reclamando con toda razón y con absoluto derecho, por tantas agresiones a las que se le somete a diario. Ahí estuvieron, como protagonistas del más hermoso espectáculo: el de un pueblo que lucha por su dignidad. La hidalguía con la que el pueblo se manifestó, de costa a costa y de frontera a frontera, es muestra de que, más temprano que tarde, en Guatemala florecerá de nuevo la primavera.
Los señores del CACIF no lograron, con sus bien orquestadas amenazas lanzadas al aire a tambor batiente, doblegar la voluntad de lucha del pueblo. Por eso tienen miedo. Porque no nos amedrentan. Porque ellos sí que tienen mucho que perder. Con acierto afirma el refranero popular que “sólo el que la debe, la teme”.
Hoy al pueblo, a quien han llevado hasta el borde mismo del despeñadero, tan solo le queda una cosa que perder: la paciencia.
Pero las acciones de lucha popular convocadas por el FNL, las cuales sólo pueden calificarse como una rotunda victoria del pueblo, generaron una enorme cantidad de logros, el más reciente y por su importancia, conviene destacar:
Que la población ya no se deja intimidar. Hoy, más bien es el CACIF quien tiene miedo. Nos tienen miedo porque no tenemos miedo. Su recurso de amparo, así como las otras medidas afines que ya habían anunciado, fueron revocadas por la Corte de Constitucionalidad.
No nos extrañaría que lancen una nueva ofensiva en contra del legitimo movimiento social que defiende los interés de la clases oprimida, pero si así fuera, deben saber que se encontrarán de nuevo a las organizaciones populares en las calles, defendiendo el orden constitucional, el derecho a la vida y a un presupuesto digno para salud.
No vamos a permitir que el CACIF realice un Honduras en Guatemala.
¡LA LUCHA SIGUE!
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