miércoles, 27 de julio de 2011

A LOS HÉROES DEL MONCADA
 
Hace 58 años un grupo de aventurados jóvenes cubanos decidieron tomar el Cuartel Moncada de la ciudad de Santiago de Cuba en la parte oriental de la isla como el inicio de la lucha armada contra el gobierno apátrida y vendido de Fulgencio Batista.
 
A pesar del arrojo y entrega la misión fracasó. Muchos de esos jóvenes murieron en el intento y otros tantos fueron tomados prisioneros por el abyecto régimen.
 
La historia es ampliamente conocida luego de esa gesta la cual culminó, después de muchas vicisitudes, con el triunfo de la revolución cubana liderada por el insigne comandante Dr. Fidel Castro Ruz, celebrada multitudinariamente en la Plaza que luego fue nombrada en el clímax de toda esa efeméride con el de Revolución.
 
Mucho antes, José Martí con su propio Moncada había abierto la ruta hacia su plaza liberada donde sin verlo ve el futuro al pie de su Obelisco.
 
La lección que este hecho histórico nos proporciona a los revolucionarios es que de tal fracaso se empujaría las masas al poder. Pero solo cuando de experiencia tan negativa se identifican errores y nacen profundas autocríticas.
 
En la actualidad, cuando en Honduras se derroca al presidente. Contrariedad que abrió, luego de dos años de lucha imparable de su pueblo aglutinado en el Frente de Resistencia, la llegada de Zelaya de nuevo a su patria y con él las esperanzas de victoria contra su rancia oligarquía. Honduras tuvo su Moncada.

Hechos a cual número que nos indican que de fracasos, cuando se tiene la convicción y la razón de que lo que se hace es lo correcto y acertado con la vida, con el pueblo, se convierten en dínamo que empuja a la victoria.
 
Recordar hemos que en la existencia, individual o colectiva, personal o popular, no faltarán Moncadas pero cada uno nos debe conducir a la Plaza do proclamemos la liberación del yugo que nos atormenta.
 
Derrotas, fracasos son lecciones, aprendizajes, atisbos de que a pesar de los reveses, la victoria, nuestra meta fundamental. No hay camino soleado sin espinas ni guijarros. Sabiduría popular nacida de experiencias. El llanto antecede a la felicidad y ésta al llanto en una espiral constante de nuevas enseñanzas donde la creatividad, la imaginación colores que matizan los presentes.
 
Cada día tiene su afán, sentencia el viejo adagio y pareciera que su antigüedad se forja  en la dialéctica dinámica de Moncadas y Plazas liberadas.
 
Asegurémonos pues, que cada Moncada que tengamos pueda convertirse en una Plaza; la vida nos dicta que así debe ser para ser plenos. Solo Moncadas significaría volver al mismo lugar, dar coces contra el aguijón, cometer los mismos yerros. Y, solo Plazas, imposible sin sus Moncadas.
 
Moncada el camino. El horizonte en construcción constante, nuestra plaza liberada.
 
Por dónde andaría nuestra América si no hubiera tenido su Moncada. Empero, faltan muchos Moncadas por venir.
 
¡Viva Cuba! ¡Vivan los héroes del Moncada! ¡Vivan los 58 años de su ataque!
 

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