martes, 22 de noviembre de 2011

Guatemala, 18 de Noviembre del 2001

La otra izquierda también cuenta

E
s claro que en el país hay, por lo menos, dos izquierdas: una es de carácter partidario y la otra de naturaleza social. La primera está conformada por varios partidos políticos, y participa cada cuatro años, con todo derecho, en las elecciones. La segunda la forman las organizaciones populares, que no pueden ser parte en los procesos eleccionarios. Eso no sólo las divide, sino que, evidentemente, las distingue.

Existen múltiples razones, tanto objetivas como subjetivas, por las cuales las dos son diferentes. Son diferentes en su enfoque; son diferentes en su agenda; son diferentes en sus métodos, en definitiva, son diferentes. De ahí que a una no la veremos, ni a patadas, sumergida en la lucha social. En cambio, a la otra no la encontramos, ni por asomo, cuando se trata de cuestiones partidarias. Están divorciadas, y profundamente.

El hecho de que en Guatemala se manejen dos izquierdas, divididas así, es un producto histórico. Hace 55 o 60 años, la realidad era muy diferente. En aquel entonces, se vivía una suerte de Revolución. Hay quienes califican los esfuerzos desde el Estado como revolucionarios, pero hay quienes no. Sin embargo, lo cierto fue que se creó el IGSS, se amplió el presupuesto en educación, se mejoraron las capacidades en salud, se procuró una reforma agraria, en fin, se buscó dar satisfacción a las demandas populares. Así, nació una izquierda, cuando menos embrionariamente, en el seno del pueblo.

1944 a 1954: Esa, y ninguna otra, fue una década revolucionaria. Pero no tardó en llegar la contra-revolución. En 1954, fuerzas armadas nacionales y extranjeras invadieron al país y derrotaron, prácticamente sin combatir, al Gobierno de Jacobo Arbenz. Tras ello sobrevino, para todo el país, una época oscura y amarga. En Guatemala se dejó de pensar, se dejó de actuar, se dejó de construir cualquier cosa que tuviera que ver con izquierda. Así hasta nuestros días.

Desde 1954 y hasta hoy, el giro de la historia marcha en contra del pueblo, y a estas alturas, sin que siquiera el pueblo se dé cuenta. Las derechas se han adueñado del rumbo nacional con total impunidad. En el país se actúa a la derecha, sin que el país se dé cuenta de que está, objetivamente, actuando a la derecha.

Pero hay otra izquierda. Hay que decirlo: La otra izquierda, la que nace desde los movimientos sociales, anda con fe en el futuro, y con compromiso adquirido en la lucha, pero, a pesar de ello, anda mal en términos de la autoconfianza, de la autoestima. Varios hechos así lo determinan.

Primero, la izquierda social no participa en los procesos electorales. Este hecho, claramente establecido en el ordenamiento jurídico, no es un problema pequeño. Les impide ser parte de cualquier cargo, las limita para proponer cualquier idea, en fin, las coloca totalmente fuera de la posibilidad de ser parte al momento de definir políticas públicas.

Además, la izquierda social está dispersa. La cruzada electoral, con los partidos de derecha al frente, termina por llamar hasta sus filas a quienes militan en esta izquierda. Así, se descubren de repente votando por la derecha, pero sin decirlo abiertamente. Hacen esfuerzos inmensos por que la razón de ser de su voto jamás quede en claro. Pero votan ahí, según lo dicen las cifras. El que sus votos se den a la derecha, pero sin decirlo, es un factor que los divide o, cuando menos, que los dispersa.

Por lo demás, una buena parte de esta izquierda social se pasa la campaña electoral lanzando críticas, a veces reales pero en ocasiones no, contra la izquierda partidaria, las cuales terminan por dar al traste con todos los esfuerzos unitarios. No hay quien los una. Antes muertos que unidos con una sola planilla. Así, terminan por darle la razón a los pocos quienes han dicho que aquí, en Guatemala, la izquierda está muy dividida.

Si esa es la situación, ¿cómo espera la izquierda, como una sola, ganarle a las derechas?  ¿Cuándo se irá a forjar esa alianza necesaria como para abrirle espacios reales a la izquierda? 

Es nuestra tarea, como parte del pueblo, el rescatar esa voluntad soberana que reposa en la conciencia popular y, con ella, lanzarnos a la conquista del poder. Estos son tiempos de poder popular.


La Lucha Sigue

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